Rosa María Bastida López

12 de Abril de 2020

CONFINAMIENTO: ¿Te sientes en una CÁRCEL? Ahora que estamos confinados, nos sentimos casi como si estuviéramos en la cárcel, sin darnos cuenta de algo muy importante y es que, estamos en casa, con nuestras cosas, nuestra familia, televisión, plataformas digitales, internet…etc… Pocas personas saben que durante un año de mi vida, estuve trabajando en la cárcel, en la de verdad….. El primer día, según iba acercándome con el coche, sentí un pellizco en el estómago, aquellos muros eran infranqueables, exactamente igual que en las películas. Tenía una misión, propulsar un cambio desde dentro, algo perdurable en el tiempo y que lograra que aquellos internos, que un día cometieron un error, pudieran encontrar el sentido a su vida, para salir de allí siendo otras personas. Y es que hay psicópatas, violadores y asesinos en serie, pero también hay gente como tú y como yo, que un día metieron la pata…. a todos nos puede pasar. No podía sentirme más entusiasmada y a la vez con más incertidumbre. Mi labor estaba clara, yo les enseñaba a los funcionarios de tratamiento herramientas de coaching y ellos las trabajarían posteriormente con los internos. Y allí aprendí de primera mano, cómo viven, qué hacen, cómo sienten…etc…. Aunque los internos e internas, están bien cuidados, no son dueños de su día a día, ni pueden decidir que van a comer o cuándo hacer algo, no sólo están privados de la libertad de salir a la calle, están condicionados a vivir en unas estrictas reglas….. Nada comparable con estar en casa, deben obedecer el reglamento interno y tienen restringida la comunicación con el exterior. Es una situación emocional de las más duras que puede vivir un ser humano……con lo que mi mensaje es no te sientas en una cárcel, sino en el calor de tu hogar y disfruta de este momento pasajero, para hacer aquellas cosas que no sueles por falta de tiempo. Tras mi paso por la cárcel, he aprendido a dejar los prejuicios al lado, porque en esta extraña vida, nunca sabemos qué nos deparará el destino y si un día podremos acabar allí. He aprendido a no juzgar a las personas por sus delitos, porque a veces es lo único que les enseñaron cuando eran niños. He aprendido a mirar a los que un día se equivocaron, con la compasión que ellos necesitan. Y sobre todo, me ha hecho más consciente de una cosa y es que, aunque no pueda salir ahora de casa, no estoy en una cárcel, estoy protegiéndome….